Chacal (Alberto Muñoz) en Acordeón a piano / Ediciones Filofalsía 1985





¡Oye, Sibelius!, cómo hago en Pompeya

para detener tu horrible música.

¡Oye, Jan!, cómo saco de aquí tu rostro.

La lluvia cae sobre el cinc y hay un

vidrio roto, entra el frío y siento el fracaso

griego en los ojos.



¡Maestro Sibelius!, una decena de criadas

no dan tres centavos por tu música

y el médico que regresó de Francia y

atiende mi mal opina que tú aburres a las moscas.

Dejé el Nacional, Sibelius, pensando que yo era

la reencarnación paseando por la avenida Sáenz,

y el aire corté con la batuta en los bañados.

Ahora los albañiles necesitan de mí y el farmacéutico

Y la mujer de caspa cetrina llora si no transcribo

su martirio. Todo es confusión, maestro Sibelius;

hubiera sido yo Gardel, o un chacal del África

soñando la lívida muerte por Pompeya.



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